Habitualmente compras muchos productos, y todos tienen un precio, el que pagas por ellos, ¿pero realmente ese precio se corresponde con el verdadero valor del producto?
Y si lo extrapolamos a la Bolsa, ¿el precio de una acción refleja fielmente el valor de la compañía?
En este artículo te voy a explicar la importante diferencia que existe entre el precio de una cosa y su valor.
Algo de gran utilidad y aplicación para muchos aspectos de la vida, desde un punto de vista filosófico (como verás al final del artículo), y también de gran utilidad práctica para la inversión.
El precio
Hace unos años, antes de la explosión de la burbuja inmobiliaria, un piso podía costar por ejemplo 300.000€. Hoy ese mismo piso cuesta la mitad.
¿Ha cambiado algo en esa propiedad inmobiliaria? ¿Qué ha ocurrido para que su precio se desplome de repente?
La casa en cuestión sigue siendo exactamente la misma, no ha cambiado nada en ella, sin embargo, su precio ha variado enormemente de una fecha para otra.
Y es que el precio es simplemente lo que alguien puede o quiere pagar por algo.
El precio de una cosa es lo que la gente está dispuesta a pagar por ella.
El precio de las cosas es algo fácil de conocer. Cuando alguien vende algo, le pone un precio, y la persona interesada por ese algo sabe lo que va a tener que pagar.
El precio es la cantidad de dinero por la que algo se vende, o el importe final con el que finalmente un vendedor y un comprador cierren una transacción comercial.
¿Pero el precio que se paga por algo es siempre proporcional al valor de ese algo?
Sigamos viendo.
El valor
A diferencia de el precio, el valor de algo es difícil de calcular con exactitud.
El valor es un aspecto bastante relativo en el que influyen muchas circunstancias, empezando por la percepción personal de cada individuo.
Por ejemplo, ¿por qué los seres humanos damos tanto valor al oro? Siempre ha sido así desde hace siglos, pero realmente el oro no deja de ser un metal que se encuentra en la naturaleza el cual no tiene ninguna utilidad práctica; no se puede comer ni tampoco sirve para cubrir ninguna necesidad básica humana.
El oro solo sirve para comerciar con él ya que los seres humanos le otorgamos un valor, supongo que por ser un material que consideramos bonito y escaso.
Del mismo modo, una botella de agua no tiene el mismo valor si la tienes en el frigorífico de tu casa que si te la encuentras mientras estás perdido en el desierto.
El valor de las cosas, por tanto, es relativo y difícil de calcular con exactitud.
La relación entre el precio y el valor
Ya has visto que el precio y el valor son dos cosas diferentes, pero sin embargo ambas tienen una relación muy estrecha entre sí.
Lógicamente, cuanto más valor le demos a algo, más estaremos dispuestos a pagar por ello.
Usando el ejemplo de la botella de agua, si vas por la calle y tienes sed, no tienes reparo en pagar uno o dos euros por una botella, piensas que es un precio apropiado para el valor que tiene para ti en ese momento ese producto; sin embargo, si te pidieran 20€ por esa misma botella, seguramente no los pagarías.
Pero pongámonos en otro contexto. Si vas caminando por una zona muy cálida, con un calor extremo, muerto de sed, al borde de la lipotimia, sin civilización cerca de ti y alguien te ofrece una botella de agua, ¿cuanto estarías dispuesto a pagar por ella?
Como ves, el valor que le das a ese producto cambia según las circunstancias, y el precio que tanto el vendedor pide como el que el comprador está dispuesto a pagar varían en función de ese valor.
Por lo tanto, el precio y el valor van siempre de la mano, lo que no quiere decir que siempre el precio y el valor sean equitativos el uno con el otro.
El precio es lo que pagas, el valor es lo que recibes.
El precio y el valor en la Bolsa
Si leíste mi artículo sobre qué es la Bolsa ya sabes que ésta no es otra cosa que un mercado donde vendedores y compradores comercian con productos financieros.
Como en todo mercado, las personas otorgan un valor subjetivo y personal a cada producto y eso hace que estén dispuestos a pagar un determinado precio por ellos.
Si mañana la empresa Abertis anuncia que va a realizar una inversión de infraestructuras en un determinado país, es posible que muchos inversores prevean que esa inversión será buena para la compañía y le hará ganar más dinero en el futuro, por lo tanto, esos inversores estarán dispuestos a pagar un precio más alto por las acciones de esa compañía esperando obtener mejores beneficios futuros. Otro inversores sin embargo pueden pensar justo lo contrario.
La percepción de esos miles de inversores que hay en el mercado es lo que ocasiona que los precios fluctúen. La valoración subjetiva que cada persona le da a un determinado activo hace que al final eso se materialice en un precio concreto que va fluctuando por la ley del libre mercado.
Si muchas personas le otorgan gran valor a una empresa, esta tendrá un precio de cotización alto en la Bolsa. Del mismo modos sucede al contrario, cuando muchas personas le otorgan poco valor, su precio baja.
Esa percepción subjetiva de valor de una empresa a nivel colectivo es lo que causa que la cotización fluctúe marcando un precio determinado de las acciones de esa compañía.
¿No se puede conocer entonces el valor exacto de una empresa?
En el mundo bursátil y empresarial hay muchos expertos que hacen sesudos cálculos para averiguar el valor real de las empresas y conocer así que precio objetivo se debe pagar por ellas.
A traves del análisis fundamental se puede hacer una buena valoración de una compañía.
No obstante, no se puede realizar el cálculo de cual es el valor exacto de una empresa. Solo se puede hacer una aproximación más o menos exacta ya que las empresas son elementos vivos, que cambian con el tiempo y sufren también los cambios de su ambiente.
Si juntáramos a diez especialistas en valoración de empresas, y les pidiéramos que calcularan el valor de una determinada compañía, seguro que cada uno daría una valoración diferente; de hecho es algo que sucede a menudo.
Aprovechar la diferencia entre el precio y el valor
En la Bolsa, muy a menudo, los precios de cotización de las acciones no se ajustan al valor real de su compañía.
Aunque ya hemos visto que conocer el valor de una empresa no es una ciencia exacta, muchas veces se puede ver claramente que el precio al que cotiza una determinada empresa está totalmente descorrelacionado con el valor de la misma.
Esto puede suceder por muchas causas, entre las que se encuentran una noticia que influya en la percepción de los inversores, malas o buenas perspectiva de futuro de la compañía…
Tu objetivo como inversor, por tanto, es encontrar empresas que coticen a un precio inferior del valor de la compañía.
¿Es fácil hacer esto? La respuesta es no. Sin embargo, es algo que sucede más a menudo de lo que piensas, por lo tanto, hay oportunidades.
El mercado es irracional y se mueve por emociones, así que puedes aprovechar esta circunstancia y comprar buenas empresas por menos dinero de lo que realmente sería su valor.
Pero ojo, también sucede a la inversa. En épocas de bonanza, o con empresas que se ponen de moda, el precio de cotización muchas veces puede superar con creces el valor de la compañía; en ocasiones incluso con negocios que no valen nada.
¿Te suena la burbuja de las punto com o la burbuja inmobiliaria? Pues eso.
Resumen
Pues ya has visto las diferencias entre precio y valor.
El precio es algo público y conocido por todos y es la cantidad de dinero que se pide o se paga por una determinada cosa.
El valor es algo subjetivo y difícil de calcular con precisión y representa la utilidad o beneficio que se espera de algo.
La relación entre ambos es que, a mayor valor se le dé a las cosas, mayor precio se estará dispuesto a pagar por ellas.
Sin embargo, precio y valor no siempre van correlacionados.
En los mercados financieros sucede, por ese motivo debes buscar activos que tengan un precio por debajo de su valor objetivo y aprovecharte así de la rentabilidad que te puedan dar en el futuro. Tarde o temprano el mercado valorará correctamente ese activo haciendo subir su precio para que se corresponda con su valor real.
También debes tener cuidado al contrario con aquellos activos que tengan un precio mayor a su valor objetivo.
Un mensaje final
Me gustaría terminar este artículo con una reflexión.
Ya has visto la diferencia entre precio y valor. Ahora piensa una cosa.
¿Cuál es tu valor? ¿Cuanto vales tú realmente?
Tu valor como persona o como profesional es algo subjetivo, pero se determina en función de, primero la percepción que tú tienes de ti mismo, y segundo la percepción que los demás tienen de ti.
Valórate mucho siempre a ti mismo en la vida. En el trabajo, con tus amigos, con tu pareja… Solo así la gente estará dispuesta a pagar un precio alto por ti.
Nadie paga ni invierte en una persona que no tiene ni se da valor.
Si por el contrario eres una persona de gran valor, la gente pagará por ti un alto precio. Si ganas valor como profesional formándote o siendo mejor en tu oficio, la gente estará dispuesta a pagar más dinero por tus servicios y tus conocimientos.
Si ganas valor como persona, la gente estará dispuesta a pagarte con lo más valioso que tiene: dedicándote tiempo de su vida, pagándote con su amistad, su ayuda, su cariño e incluso con su amor.
Conviértete en una persona de valor y demuestra al mundo lo que vales.
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Un abrazo y hasta el próximo artículo,
Alvaro.